Puntualmente, a las 6 de la mañana, hay quienes se amarran sus botas, toman una taza de café y se preparan para salir al campo o la oficina. Esta es la historia de muchos padres que forman parte de Peimbert.
Hombres que trabajan en el campo, en el almacén, en la oficina o manejando una ruta. Todos con una historia distinta, pero con algo en común: trabajan con dedicación y también con el corazón para llevar lo mejor a sus familias.
Cada día, ellos siembran algo más que productos: siembran valores. Son ejemplo de esfuerzo, compromiso y cariño. Saben lo importante que es llevar el pan a casa, pero también saben que su presencia es igual de valiosa.
Muchos regresan cansados, pero no faltan a la hora de la cena. Se sientan y escuchan con atención cómo fue el día de sus hijos, ayudan con la tarea o simplemente dan ese abrazo que los llena de cariño.
En Peimbert, tenemos la fortuna de contar con padres que, a pesar de los turnos, las entregas o el clima, están presentes. Son los que madrugan, trabajan… y por la noche, todavía tienen energía para leer un cuento, reírse con sus hijos o dar consejos que quedarán para siempre.
Hoy queremos reforzar que detrás de cada caja, de cada producto, hay hombres que también están formando una familia.
Papás que cultivan con amor y que cosechan en casa sonrisas, abrazos y recuerdos que duran toda la vida.
A todos los padres que forman parte de la familia Peimbert:
¡Gracias por enseñarnos con el ejemplo y por inspirarnos todos los días!